Coahuayana, Michoacán, 6 de diciembre de 2025.- En un acto que ha sumido en el terror y la consternación a la población de Coahuayana, la explosión de una camioneta bomba estacionada frente al palacio municipal dejó un saldo preliminar de cinco muertos y al menos seis heridos. El atentado no solo cobró vidas, sino que puso al descubierto una vez más la crítica incapacidad del gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla para garantizar la seguridad en Michoacán.

Mientras la comunidad vivía momentos de pánico, el gobernador Bedolla se encontraba en el zócalo de la Ciudad de México, participando en un evento político acompañado por diputados de Morena y Varios Funcionarios de su gabinete. Esta imagen de un mandatario estatal ausente en medio de una crisis ha generado una ola de críticas sobre su compromiso real con los michoacanos.
LA CRUDA REALIDAD DE LA «AUTOGESTIÓN» DE LA SEGURIDAD
El ataque evidencia la permeabilidad de las fronteras al crimen organizado y la ineficacia de las estrategias de seguridad de la administración de Bedolla. El que el blanco fueran autodefensas subraya el fracaso de las políticas públicas para desmantelar a los grupos terroristas.
La movilización de autoridades federales posterior al atentado confirma que la respuesta del gobierno de Bedolla es reactiva y tardía. ¿Dónde estaba la inteligencia estatal para prevenir un ataque de esta magnitud?
UN PATRÓN DE ABANDONO Y PRIORIDADES EQUIVOCADAS
ESTE SUCESO SE INSCRIBE en un patrón preocupante: la aparente priorización de la agenda política nacional sobre las necesidades urgentes de los michoacanos. La seguridad, promesa de campaña, parece haberse diluido ante el activismo político fuera del estado.
Exigencias de rendición de cuentas
LA SOCIEDAD EXIGE RESPUESTAS CLARAS Y ACCIONES INMEDIATAS. NO BASTA CON DILIGENCIAS O TROPAS DESPUÉS DE LA TRAGEDIA. Se demanda una estrategia de seguridad integral y preventiva, con el gobernador al frente, no como espectador distante.
EL GOBIERNO DE ALFREDO RAMÍREZ BEDOLLA ESTÁ EN DEUDA CON MICHOACÁN. Hoy, la explosión hizo añicos cualquier pretensión de que la entidad avanza hacia la paz.
Hasta el momento, las autoridades federales mantienen un operativo, y se advierte que el número de víctimas podría aumentar. Mientras tanto, la incertidumbre y el miedo reinan en un pueblo que hoy se pregunta si SU GOBERNADOR REALMENTE GOBIERNA PARA MICHOACÁN.






























