APATZINGÁN, Michoacán, 30 de Noviembre de 2025. – En una escena propia de una película de terror, la madrugada de este domingo se tiñó en llamas con TRES incendios de maleza en 40 minutos, encendiendo no solo la hierba seca, sino la indignación de una ciudadanía que clama justicia y señala directamente a los permisos de pirotecnia como la raíz del problema.
EL INFERNO DE LA MADRUGADA
Todo comenzó a las 05:10 horas en el Fraccionamiento Bugambilias. Vecinos aterrorizados, al ver las llamas ascender, dieron la voz de alarma. El Cuerpo de Bomberos logró sofocar el fuego, atribuido a una «persona en situación de calle». Pero la calma fue un espejismo.
¡Apenas 20 minutos después, a las 05:30, un segundo foco de incendio estalló bajo el puente peatonal de la Avenida Francisco I. Madero. Esta vez, fueron los propios vecinos, convertidos en héroes anónimos, quienes combatieron las llamas ante la inminente amenaza.
El colmo llegó a las 05:50, con un TERCER incendio frente al Colegio de Bachilleres. -Justo en un predio donde existe un polvorín que almacena Cuetes-. Tres conflagraciones en puntos distintos, una misma noche. Una cadena de fuego que evidencia un problema de seguridad pública fuera de control.
LA VOZ DEL PUEBLO: “¡QUE PAGUEN LOS CULPABLES!”
Mientras los bomberos y ciudadanos arriesgaban su integridad, una pregunta ardía en la mente de todos: ¿Quién dio los permisos para la venta de «cuetitos»? La ciudadanía, en entrevistas improvisadas, fue contundente: quien autorizó esta venta debe hacerse responsable de las pérdidas. No es solo el fuego, es el miedo, la contaminación y el riesgo latente para vidas y propiedades.
EL SECRETO A VOCES: LA CULPA ES DE LA BUROCRACIA
En un revelador giro, fuentes de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), hablando de manera no oficial, soltaron la bomba: «La anuencia original sale de los ayuntamientos… nosotros solo le damos trámites a lo que previamente tienen la anuencia de los gobiernos municipales y estatales.»
Esta declaración, un misil directo a la estructura de poder local, deja en evidencia que los trámites en SEDENA son solo el último eslabón de una cadena de autorizaciones que inicia en los escritorios de alcaldías y el gobierno estatal. ¿En qué escritorio, de qué funcionario, se firmó el permiso que puso en riesgo a Apatzingán?
EXIGIMOS RESPUESTAS, NO EXCUSAS
La noche de incendios no fue una casualidad. Fue la consecuencia previsible de una autorización irresponsable. La ciudadanía no merece solo la extinción de las llamas, merece NOMBRES Y APELLIDOS de quienes, con su firma, avivaron este infierno.
Mientras las autoridades se escudan en la opacidad, la gente exige una investigación a fondo y sanciones ejemplares. ¡Basta de juegos con fuego! La responsabilidad política debe ser tan clara como el humo que aún mancha el cielo de Apatzingán.




























