Apatzingán, Michoacán, 7 de octubre de 2025.- Si Usted se ha preguntado ¿Por qué razón no se coloca la tan cacareada escultura ecuestre de Morelos? Le vamos a contar que esconde la instalación de esta que desde La próxima instalación de una escultura ecuestre de José María Morelos en el emblemático sitio conocido popularmente como «La Mano Huevona» se ve empañada por un velo de opacidad y versiones encontradas sobre su financiamiento y propiedad, lo que pone en tela de juicio la transparencia del proyecto y sus promotores.
De acuerdo con información obtenida, la historia oficial del «Club de Benefactores» que afirma haber comprado y donado la pieza choca con otras versiones que revelan un proceso de financiamiento no regular. Fuentes con conocimiento directo de los hechos aseguran que fue el ex presidente municipal, Genaro Guízar Valencia, quien entregó un fuerte anticipo al escultor para la creación de varias esculturas. Sin embargo, el artista no pudo concluir el trabajo en los tiempos previstos, lo que provocó que Guízar Valencia se rehusara a saldar la deuda pendiente.
Esta versión entra en clara contradicción con la postura del Club, que ahora declara haber pagado nuevamente por las esculturas para donarlas al pueblo de Apatzingán. La crítica surge de inmediato: si ya se había desembolsado un anticipo considerable con dinero del erario público, ¿A quién se le pagó esta segunda vez y por qué fue necesario? Esta duplicidad de pagos genera serias dudas sobre la gestión de los recursos y la posibilidad de que se esté intentando «sacar provecho de una obra benéfica», como se señala en los hechos.
La opacidad se profundiza al conocerse que no es una, sino tres las esculturas involucradas en este controvertido proceso, y que el Club solo está ofreciendo una para su instalación en la actual administración de la presidenta Fanny Arreola Pichardo. Esta discrepancia numérica plantea interrogantes incómodas: ¿Por qué no se entregan las otras dos esculturas? ¿Quién es el verdadero propietario de ellas? ¿Por qué solo se instala una si el desembolso, según las versiones, cubrió la totalidad de las piezas?
La situación se complica con la revelación de un tercer actor: el también ex alcalde José Luis Cruz Lucatero, quien habría aportado otra suma importante para el pago de las mismas esculturas. La multiplicidad de fuentes de financiamiento sin una rendición de cuentas clara pinta un cuadro de gestión opaca donde las líneas entre la recuperación de una inversión, un nuevo pago y una donación se difuminan por completo.
A pesar de que el proyecto parece encontrar su culminación bajo el gobierno de la presidenta Arreola Pichardo, las sombras de la duda persisten. La ciudadanía se queda sin una explicación coherente y unificada sobre el uso de recursos públicos del municipio de Apatzingán que, en su origen, parecían destinados a una causa loable. El caso de las esculturas de Morelos se convierte así en un recordatorio de la urgente necesidad de transparencia en los actos públicos y benéficos, para evitar que gestos de aparente altruismo se transformen en operaciones opacas que desdibujan su verdadero fin.

Finalmente las otras dos esculturas permanecen en el olvido y desde junio del 2023 permanecen «como adorno» de un lugar al que no fueron destinados desde su concepción y que finalmente fueron adquiridos con recursos públicos de todos los Apatzinguenses. Sin pasar desapercibido y no menospreciando, ni haciendo menos la loable hazaña de haber recuperado un recurso y gasto del pueblo de Apatzingán.