Apatzingán, Michoacán, 4 de Diciembre del 2025.- Un incidente evitable movilizó a cuerpos de emergencia en la colonia Niños Héroes de Apatzingán la noche del jueves, poniendo en evidencia, una vez más, los peligros de la pirotecnia, especialmente en manos de menores. Un vehículo de alquiler, un Nissan Tsuru de la empresa Parhikuni, terminó parcialmente calcinado tras ser alcanzado por las chispas de una «cebollita» que, según informes preliminares, manipulaban varios jóvenes.
El siniestro, registrado alrededor de las 22:10 horas, requirió la rápida intervención del Heroico Cuerpo de Bomberos y Protección Civil, quienes controlaron las llamas en minutos y evitaron su propagación. Si bien no se reportaron lesionados, el automóvil sufrió daños considerables en el asiento del conductor y la carrocería.
Este episodio no es un accidente aislado, sino la consecuencia directa de un problema estructural: la accesibilidad y venta indiscriminada de pirotecnia, a menudo de dudosa calidad, que termina en manos de niños y adolescentes. El hecho de que fueran «varios menores» los presuntos manipuladores del artefacto encendió las alarmas más allá del incendio mismo.
- Fracaso en la regulación: El incidente cuestiona la efectividad de los controles para evitar la venta de pirotecnia a menores de edad. ¿Dónde y cómo obtuvieron los jóvenes la «cebollita»? La falta de respuesta a esta pregunta señala un vacío en la aplicación de las normas.
- Daño ambiental y social: Más allá del riesgo de incendio, la pirotecnia genera contaminación acústica que afecta a personas con condiciones de sensibilidad auditiva, mascotas y fauna local.
- demás, normaliza el uso del fuego como juego, minimizando sus peligros reales.
- Costo público de un negocio privado: La respuesta de bomberos y Protección Civil, un servicio público que opera con recursos limitados, fue necesaria para atender una emergencia originada por un producto de entretenimiento de venta privada. La comunidad termina asumiendo el costo operativo de riesgos previsibles.
La rápida actuación de los cuerpos de emergencia evitó una tragedia mayor, pero no debe ser un mero parche. Este caso en la calle Vicente Suárez debe servir como catalizador para un debate serio en Apatzingán y en Michoacán.
Se requieren, de forma urgente, campañas de concienciación sobre los peligros de la pirotecnia dirigidas a niños, adolescentes y padres, junto con una supervisión estricta a los puntos de venta para garantizar el cumplimiento de las restricciones de edad. La alternativa es seguir registrando «suerte» de que los incendios, como el del Tsuru con placas L-099-LBA, solo consuman lo flamable y no vidas humanas.





























